" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

Entrevista a Ana en revista " Nueva Ya " de Nicaragua


El mal de la infidelidad

Martes, 07 de Septiembre de 2010 13:39

Lo que más nos preocupa es la infidelidad, según la escritora, periodista e ilustradora argentina Ana von Rebeur, autora del libro '¿Por qué cuernos me engañaste? Todo lo que hay que saber sobre la infidelidad'. Dice Ana que "hablar sobre la infidelidad equivale a contar chistes mientras te pica una serpiente venenosa, pero hay que hacerlo, para que duela menos". Este es uno de los capítulos que compartimos con nuestros lectores.
Señala la autora que, por lo general, se cree que las mujeres temen a tres cosas: las arañas, quedarse con el auto averiado de madrugada en una carretera oscura y engordar después de las fiestas. "No es cierto; a lo que más le temen las mujeres es a ser engañadas. A toda mujer le saca de quicio si el carnicero la engaña dándole falda por lomo. O a toda mujer la enloquece que el mecánico le cobre medio sueldo por atar una pieza del motor con alambre. Pero lo resuelve no yendo más a esa carnicería o a ese taller, y contándole a todo el mundo que la estafaron. Pero ¿qué haces si te enteras de que tu hombre te traiciona?...¡No hay carnicerías donde puedas conseguirte otro hombre!". Ana comenta también que se piensa que los hombres temen mucho a tres cosas: perder su computadora, volverse impotentes y quedarse sin trabajo. Pero ella, asimismo, afirma que la verdad es que los hombres también le tienen pánico a la idea de que su pareja se acueste con otro, aunque sea por un rato. "¿Y si descubren que el otro es más varonil que él? ¡Qué horror!", exclama.

¿Por qué tanto miedo a la traición?, es la pregunta. Y la respuesta, según la autora, es: porque formar pareja cuesta muchísimo trabajo, pues primero hay que buscarla, después elegirla, después ver si ella o él están libres, después ver si le interesamos a él o ella, si no hace cosas desagradables en la mesa; luego decidirse a avanzar. "Después vienen los regalitos, el cortejo, el primer beso... Ver si ella huele rico, si él es apuesto y varonil... Y, finalmente, concretar. Después de concretar, hay que mantener, hay que preservar, hay que recordar cumpleaños, aniversarios y cumpleaños de suegros y cuñados. Hay que recibir en casa a amigos y parientes insoportables de ambas partes, que nos gastan la bodega y las sonrisas... Hay que pasar vacaciones, operaciones, tratamientos de conductos, indigestiones, cambios de muebles, mudanzas, fracturas expuestas, tensiones premenstruales, pagos de cuentas, reparaciones de en armonía, con una sonrisa y sin discutir delante del plomero, albañil, dentista, suegra, niños y vecinos. Así quieras matar a tu esposo, los dos deben parecer frente al mundo un bloque sólido, sin fisuras", señala Ana con el humor que le caracteriza.

Según la autora, sacar adelante un matrimonio es tarea de locos y aunque se haga con la mayor cautela todo, no siempre los resultados son felices pero, ya que se ha invertido tiempo en consolidar esa unión, lo lógico es que se intente que dure el mayor tiempo posible. ¿Por qué? Pues por varios motivos como: sentirse más a gusto en pareja que solos, apreciar más lo que cuesta mucho conseguir, por costumbre, porque él es el único que sabe adonde llevar a reparar tu computadora, porque ella es la única que sabe dónde están las cosas, porque no se puede comer media pizza congelada, porque necesitas que te pasen la toalla cuando estás en la ducha, porque la pareja sabe demasiado sobre uno y no conviene dejarla libre para que vaya a ventilar intimidades, porque la conquista costó mucho y una nueva conquista puede costar más, porque se ha invertido demasiado tiempo en convertirse en algo sólido...

Además, según Von Rebeur, conocer otra persona es un proceso que se complica de manera directamente proporcional con el paso del tiempo.

"Convengamos en que no es lo mismo buscar novio a los 23 -cuando todos quieren tener sexo contigo- que a los 43, cuando los únicos que te gritan '¡mamacita!', son los recolectores de la basura y que en verdad te lo gritan porque no es tu cuerpo el que los tienta sino el aroma a comida que sale de tu casa".

Añade a continuación la autora que las amigas solteras suelen narrar historias de amor muy parecidas a un tren fantasma, lo cual indica que el mercado de novios está algo complicado. "Nuestro marido o novio estará fallando... ¡pero al menos sus fallas son conocidas!", sentencia Ana.

¿Por qué duele tanto una traición?

"Cuando nos enamoramos y formamos pareja estable nos entregamos por completo al otro... Pero, de repente, el otro decide entregarse a una tercera persona. ¡Caray, eso no estaba en el trato!", dice la autora, y añade que lógicamente él puede buscar excusas, por lo general bastante absurdas y que en muchos casos causan dolor y rabia, pero que lo que realmente sucede es que en toda relación de pareja la parte más importante y básica del trato de estar juntos es de lo que menos se habla, porque se considera que tácitamente las cosas deben ser como deben ser. Sin duda, los seres humanos no estamos diseñados para ser una especie promiscua pues, según Ana, somos más bien del tipo de los pingüinos, los gansos patagónicos y las arañas: un amor para toda la vida.

"Y que agradezcan esto los machos, porque allí donde la vida sexual es promiscua, las hembras los echan de la manada después de acoplarse a ellos y viven muy felices entre tías, hermanas y primas, sin macho a la vista, como hacen las manadas de elefantas en África, que son grupos exclusivos de hembras. Los elefantes machos siempre andan perdidos por ahí sin saber qué hacer, aburridísimos porque en las llanuras africanas no hay Play Station". Según ella, algo similar sucede con el macho humano, porque en las comunidades promiscuas las mujeres los echan por infieles y ellos van de bar en bar sin saber qué hacer. Por lo tanto, si un hombre prefiere que no lo echen a patadas de su hogar, ante todo debe cumplir con la premisa número uno: ser fiel a su pareja.

Es por eso que cuando alguien se entera de que su otra mitad ha roto el pacto de exclusividad y se abrió del juego -pues repartió su atención para darla a alguien más- siente que ya no puede contar con ella. Según el análisis de la autora, toda relación de pareja se basa en la confianza mutua y es verdad que cuando estamos enamorados pensamos que es para toda la vida, pero también es cierto que las relaciones amorosas no son algo plano, estable, siempre igual porque sus miembros tampoco son gente plana, estable y siempre igual. Hay momentos en que él y ella están enamorados como dos tórtolos y otros en que piensan que viven un infierno; ciertos días parecen idílicos para el amor y otros sólo queremos descansar y que nadie nos moleste, los papeles siempre cambian porque la vida en pareja sufre un cambio permanente. Se ha dicho miles de veces que en cualquier relación lo único inmutable es el cambio.

La autora afirma que sólo hay dos clases de hombres en la vida: a) los que jamás pondrían cuernos y b) los que los pondrán en cada oportunidad que puedan. Por eso considera que conviene encontrar a uno de la clase a, aunque los especialistas digan que son el 0.5% de la población masculina. "Pero que los hay, los hay", asegura Ana.

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