" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

sábado, 28 de agosto de 2010

“¿ Crees en la monogamia?”

Cuando alguien hace esta pregunta, siempre escuchas la misma respuesta : “ Yo sí, porque en mi caso soy monógamo. Pero creo que la gente en general no lo es”. Entonces alguien dice: “Bueno...biológicamente, los hombres somos polígamos”.
Acá empieza el primer error. No porque los varones estén obsesionados en meter un palito en un orificio ( billar, boliche, balero, baloncesto, mujer, etc) significa que esta actividad no esté estrictamente regulada.
En casi todas las sociedades hay complicados ritos matrimoniales y tremendos tabúes en torno a la infidelidad. Puedes divorciarte y cambiar de pareja, pero eso jamás se hace a espaldas de tu mujer o tu esposo, sino a través de importantes ceremonias que incluyen a toda la población de la aldea, para que nadie pueda decir “yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido” . o “ ¿Cómo iba a saber que era casada , si no me invitaron a la boda?”
En las sociedades poligámicas no existe la infidelidad, sino un marido con sus esposas viviendo todos bajo el mismo techo. Y en las poliándricas hay muchos esposos viviendo con una sola jefa de hogar, que tiene la suerte de que todos cuiden a los niños por igual, porque podrían ser sus hijos.
Así que la poligamia jamás es sinónimo de infidelidad, sino sinónimo de varias situaciones legalizadas y ninguna relación secreta.
Hay una tendencia errónea a creer que los humanos respondemos sólo a tendencias biológicamente impuestas, cuando los seres humanos somos seres culturales, que respondemos a los patrones de conducta aceptados en cada grupo social. Quien dice “ Todas las mujeres son tramposas”, “Todos los negros bailan bien” o “Todos los japoneses son inteligentes”, es un ignorante.
La infidelidad no tiene que ver con ser “polígamo” sino con hacer cosas a escondidas del cónyuge.Tiene que ver con lo secreto, lo efímero, lo destinado a perecer.
Y con evaluar en un segundo: “¿Vale la pena una noche con esta tía, si luego tengo que aguantar diez años de reproches de mi esposa?” o “¿Cuánto placer puedo obtener de un rato con este tipo, si luego mi marido se vuelve loco de celos cada vez que salgo sola?”
Estamos de acuerdo en que ser infiel le da a cualquiera una sabrosa oportunidad de sentir adrenalina a tope, como en plena juventud. Pero lo mismo podría sentir haciendo alpinismo.Arriesgarás tus huesos, pero no la armonía matrimonial, que no suelda con escayola.
¡

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