" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

sábado, 28 de agosto de 2010

Descubrimientos muy monos

En algunas universidades de los Estados Unidos se intenta estudiar lo que nadie más haya estudiado antes, y por eso descubren que si alguien mira fijo una hoja verde durante nueve meses finalmente se pondrá amarilla y caerá en otoño, o que el aceite de ricino no sólo es un buen laxante sino que calma el estrés ya que te obliga a pasarte el día en el baño sin moverte .
En alguna de estas altas casa de estudio – ya no recuerdo si era la John Hopkins o la Hops Joskings-, cuando se aburrieron de hacer experimentos combinando cerebros de ranas con salsa boloñesa ( para llegar a la conclusión de que las ancas son más sabrosas), empezaron a estudiar la infidelidad de los monos.
Y llegaron a la conclusión de que los monos las prefieren jóvenes, bellas y rubias. O sea que los monos no son ningunos tontos. Y que cuando a papá mono le presentan una mona nueva y joven, su esposa la pasa como la mona.
Como los humanos tenemos un 99% de cromosomas idénticos a los de los chimpancés, esta experiencia prueba que si a un humano le presentan una mona nueva, rubia y joven, su esposa también la pasará como la mona.
Es más: al macho humano no le importa si la nueva es una mona o un humano, mientras sea nueva, rubia y joven. Y hasta puede ser morena y vieja, mientras que sea nueva.
Pero para llegar a esta sesuda conclusión no hacía falta ser científico de ninguna universidad americana. A los de la Universidad de Bob Hoskins más les vale seguir probando recetas con anfibios.
No conformes con los resultados de ese estudio- y ya hartos de comer ranas con sulfato de bario-, los científicos de esa universidad se pusieron a mirar películas porno. Justificaron tan asqueroso entretenimiento diciendo que estaban estudiando las costumbres sexuales de machos y hembras de la especie Homo Erectus. Y llegaron a la conclusión de que los Homos no son tan Erectus: solo se les pone erecta mirando películas porno con actrices siempre distintas, mientras que las hembras se ponen más cachondas mirando películas porno protagonizadas siempre por el mismo actor.
Es decir que, según la Universidad de Dog Boskins, los hombres son infieles por naturaleza porque prefieren la novedad, y las mujeres son naturalmente fieles porque prefieren quedarse siempre con el mismo muermo.
Hay que tener en cuenta que a este informe lo redactaron los científicos varones. Porque si le preguntaban a las científicas mujeres, ellas responderían “ No es que nos encariñemos con los varones. Sucede que queríamos ver al mismo actor , porque ese hombre tenía una cosa realmente ...¡WAW , INCREÍBLE! ¿ Será real?”
La verdad es que sin consultar a los come- ranas de la Universidad Jod Follings, cualquier mujer te dice que los hombres follan como la mona.
Es por eso que ellos van por la vida buscando una mujer que los soporte, hasta que descubra que folla como la mona. Por eso parece que los hombres tuvieran una tendencia a ser infieles por acostarse con muchas, pero la verdad es que cambian de mujer porque no encuentran una sola que los acepte por mucho tiempo.
Así , el macho infiel acaba volviendo a casa de la mona vieja, pensando que al menos lo soporta por más tiempo. Desde luego, ahora la mona vieja puede estar acompañada por un elegante gorila que no quiera ceder su lugar al mono arrepentido. ¿ Si se arrepienten los monos? Ese asunto lo veremos más adelante.
Lo importante ahora es destacar que aunque hombres y mujeres amamos de manera diferente, en el fondo todos queremos una sola cosa: sentir que somos importante para otro. Con una pequeña diferencia: las mujeres queremos sentir que somos importantes para cualquier otro que nos traiga chocolates y nos diga cosas lindas, y los hombres infieles prefieren sentir que son importantes para cualquier mona rubia, nueva y joven..

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