" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

domingo, 29 de agosto de 2010

¿Que son los celos?... mini ensayo sesudo

Divinos celos

Los celos son humanos, y también divinos. Sobran celos en la mitología romana y griega, que tan buenos retratos han hecho de las fuerzas y debilidades del carácter humano.
Se cuenta que Hera (Juno, entre los romanos) no la pasaba nada bien siendo la esposa de Zeus ( Júpiter), jefe de los Dioses del Olimpo. Estaba casada con el más poderoso, lo que siempre da complicaciones. Pregúntale a Hillary Clinton o a Madame Miterrand.
Hera también era hermana de Zeus, lo que justifica doblemente sus celos. Y Zeus solía tener romances con mortales, diosas o semidiosas como Io, Semele, Metis, Leda, etc...A Zeus le molaban todas y Juno vivía obsesionada con pillarle y destruir a las amantes y a los hijos que su esposo había tenido con estas. Ocupada como estaba en vivir muerta de celos, no pudo evitar que el marido persiguiera incansablemente a un total de 13 amantes con las que tuvo 39 hijos. La mitología – del lado de los varones – jamás culpa a Zeus de sus adulterios. Solo a Hera por su enojo. De esta manera, ella quedó para siempre retratada como una mujer celosa, controladora y de pésimo carácter, cuando la verdad era que su esposo era muy infiel y la dejaba siempre sola para ir de juerga. Ella era una diosa poderosa, ferviente defensora de la monogamia, que buscaba en su esposo un compañero. Pero sus ideales de fidelidad no se cumplían. Cada vez que pensó en abandonarlo, terminó regresando a él. Se entiende: luego de estar con el jefe de todos los Dioses, la pobre Hera...¿ con quien iba a ir?¿ Iba a bajar de status con un semidiós?
Con Zeus tuvo cuatro hijos - Hefesto, Ares, Ilitía y Hebe- a los que mucho no les prestó atención, por tanto vigilar al marido.
Esta historia tan antigua muestra lo que siempre sucedió entre hombre y mujer: el marido no logra comprender a que viene tanto lío con los celos. Para él, lo esencial es tener hijos por todos lados. Cuando Hera finalmente se harta, se venga e una amante de Zeus como toda mujer querría vengarse : la convierte en una vaca.
¿Para qué contaban los antiguos la historia de Hera?
Para mostrar que la mujer debe ser la guardiana de la fidelidad, aunque mas no sea por el temor que inspiraban sus ataques de celos, ya que es sabido que una esposa celosa es capaz de cualquier cosa. La historia de Hera tiene una función protectora del matrimonio. Hace de Zeus, su esposo, el centro de su vida. Y pese a que ella se siente constantemente abandonada por él, se queda a su lado porque estar con él también tiene sus compensaciones :
el le da prestigio, respeto y status.
La historia de los celos de Hera servía a tres efectos: 1) legitimar la furia de cualquier mujer ante la vida licenciosa del marido, 2) estar tan ocupada siguiendo las correrías de él que se olvida de su propia vida sexual y 3) que conviene quedarse con tu esposo, pues haga lo que haga, siempre regresa contigo .
Mira qué bravos son los celos: Zeus había tenido un hijo con Alcmena, llamado Hércules. Pero sabía que el niño no sería un semidiós si no mamaba del pecho de Hera. Sabiendo que era imposible pedirle a la esposa celosa que amamantara al fruto de un amorío con otra, Zeus consigue poner a Hércules al pecho de Hera cuando esta duerme. De pronto, la diosa despierta, ve al bastardo fruto de la infidelidad de su marido junto a su pecho, y lo aparta con furia, derramándose la leche por todo el cielo, y quedando conformada la Vía Láctea o Galaxia (Camino de Leche).
La ira de una esposa engañada y furiosa brilla cada noche en el cielo. No deja de ser una ominosa advertencia eterna sobre el poder destructivo de los celos.


Más viejos que Caín
Para Platón, los celos son uno de los estados psíquicos “en los que el hombre se encuentra bajo la determinación de la pasión". Pasión en griego se dice pathos. Pathos significa enfermedad, porque el apasionado sufre como si estuviera enfermo: precisa algo urgente para colmarse, para no sentirse vacío, como se siente vacío el apasionado celoso, sin el otro.
La palabra “celos” deriva del griego zeo (hiervo, ardo, me enfurezco, me quemo). No casualmente en muchos países de Centroamérica y África, la venganza del celoso consiste en prenderle fuego al infiel. Pero también poner “celo” en algo significa poner empeño y tesón, una pasión de largo aliento que no se extingue fácilmente. Que un animal entre “en celo” es que está caliente, como cualquier celoso.
Cada vez que aparece un tercero en medio de una relación, que pueda amenazar la armonía de la pareja, o que le interese demasiado a nuestra pareja, nacen los celos. Es un mecanismo de defensa ante cualquier cambio que amenace a tu matrimonio, noviazgo, o cualquier relación interpersonal, como cuando un pastor inglés feo y sucio conquista a tu casta caniche Perlita.
Los celos son algo natural que nace desde la más tierna infancia. Cada uno de nosotros hubiera querido ser hijo único, pero resulta que había un hermano con quien compartir el amor de los padres, la cuna, el triciclo, los juguetes y las golosinas. Todo eso que antes era tuyo, de pronto debes compartirlo con un invasor que se mete en tu vida para estropearlo todo, romperte los juguetes y volcar jugo en tus libros favoritos. Además llora, grita, te acusa de todo, se queja de ti, te despierta por las noches...¡ y tus padres le consuelan a él y te regañan a ti por haberlo molestado! Sería anormal no querer matarlo.
La Biblia nos cuenta la historia de Caín y Abel para que sepamos que si queremos asesinar a nuestro hermano, no somos tan originales.
O sea que los celos son un sentimiento muy humano que rebrota cada vez que alguien pretende quitarnos la atención, el interés, el triciclo... o el primer lugar en la cola para entrar al cine.
Roland Barthes, el semiólogo francés, dice que los celos son tan patológicos que nos hacen padecer cuatro veces: por sentirlos, por reprocharnos sentirlos, por temer que nuestros celos hieran al otro y por dejarnos someter a una nadería.

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