" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Por qué siempre eres la última en saberlo?





La gente traicionada, en el fondo lo sabe. Pero como suceden con las cosas que no queremos saber, los oídos se desconectan ante la información desagradable y no le creemos ni a los que ven nuestros ojos .Tampoco le creemos a nuestros oídos.
En lo que atañe a esta sordera voluntaria, hombres y mujeres corren parejos en número de afectados. Llamo "sordos voluntarios" a esas personas a las que se les está diciendo en la cara la verdad, y como no creen conveniente conocerla, directamente no escuchan las verdades más grandes que le dicen sus parejas en la cara .Ya dijimos que los hombres son pésimos para disimular. Hay que ser una verdadera sorda voluntaria para no escuchar las verdades que un infiel nos dice diario. Por ejemplo “cada vez tengo menos ganas de volver a casa”. Y ella, en lugar de preguntar el por qué de esa siniestra declaración, dice “claro, con tanto tránsito... ¿quieres más jugo?”. O cuando la esposa infiel le dice a él: “hay algo importante que quiero que sepas…” y el le dice “Si, ya sé. A la lavadora la llevo al service la semana que viene “
Eso significa que si no te enteraste es porque no quieres enterarte.
Los mismos amantes tampoco quieren enterarse de grandes verdades, y confunden todo. Los hombres infieles son muy sinceros, y cuando le dicen a su amante “estoy tan bien contigo cuando nos encontramos”, es estrictamente cierto, palabra por palabra. El disfruta la presencia de ella en ese rato y luego la borra de su mente. Pero la amante solo escucha la parte de “estoy tan bien contigo” y se aferra a eso como si fuera una declaración de amor eterno.
La sorda voluntaria escucha solo lo que necesita creer. Cuando su marido infiel le confiesa al fin: “Estoy saliendo con alguien, aunque te sigo amando”. Ella escucha “te sigo amando”. Y cuando dice “te quiero confesar algo que no te va a gustar” La engañada escucha “te quiero”.
No hay peor sordo que el que no quiere oír.

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