" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

sábado, 28 de agosto de 2010

¿Por qué los hombres son más infieles que las mujeres?

En realidad, todo se centra en que los espermatozoides son abundantes y baratos ( más de 100 millones en una eyaculación) mientras que los óvulos son pocos y costosos ( solo uno por mes). El tener semilla sobrante hace que los machos quieran esparcirla a los cuatro vientos. Las hembras tienen que invertir nueve meses de embarazo y casi 30 de crianza para esparcir una semilla piojosa que ni siquiera te hace caso ni se ata los cordones de las zapatillas. Es por eso que los machos quieren follar cualquier cosa que se mueva, mientras que las mujeres se detienen para ver si él es lindo, sano y le exija a la semilla que se ate los cordones de una vez.
¿ Cómo no van a sentir diferente los hombres?
Ellos tienen fertilidad casi infinita, mientras las mujeres que quedan embarazadas después de los 50 salen en primera plana de todos los diarios del mundo. Si las mujeres pudiéramos ser madres a los 80...¿querríamos casarnos a los 30? ¿Por qué privarnos de coquetear cuanto podamos, cuando podemos tener otros 60 años de living la vida loca antes de planear ser madres?
Eso de tener la etapa fértil tan acotada hace que las mujeres sean muy selectivas a la hora de elegir pareja, porque no podrán tener hijos siempre. En cambio, los hombres saben que si les salen hijos jorobados y tullidos en los primeros intentos, siempre podrán seguir intentando tener el hijo perfecto con una nueva mujer...(o podrán poner un circo “ ¡Vea al Circo de la Familia Gómez : dos jorobados y seis tullidos!”)
La cuestión es que – sin justificar a los machos – para armar una pareja estable ellos tienen que superar la tendencia natural de muchos animales machos
Se trata del llamado “Efecto Coolidge”, a causa del presidente norteamericano. Resulta que el presidente Coolidge y su esposa estaban visitando una granja del gobierno, haciendo recorridos separados con sus respectivos guías. Al observar un gallo montado sobre una gallina, la señora Coolidge preguntó si el gallo podía copular más de una vez al día. Cuando se le respondió que sí, pidió que le pasaran la información al presidente.
Cuando el presidente llegó al gallinero y se le comentó sobre la actividad sexual del gallo, preguntó si siempre lo hacía con la misma gallina. Y se le informó que el gallo lo hacía con una gallina diferente cada vez. Luego de pensarlo un segundo, el presidente pidió: “Por favor, díganselo a la señora Coolidge”.
Para superar esta tendencia a cambiar de gallina, se inventó el matrimonio, que es la acción de copular sólo una vez cada tanto con la misma hembra desplumada, que cacarea por lo que él hace y cacarea por lo que él no hace.

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