" ¿ Por qué cuernos me engañaste?" , de Ana von Rebeur , Editorial Norma , 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

Nota en Clarín y en Enterate Catamarca

Las mujeres tenemos una capacidad increíble de hacer ocho cosas al mismo tiempo: atendemos el teléfono, la puerta y al bebé, mientras revolvemos el guiso, justo antes de salir al trabajo, colgando la ropa recién lavada , cerrando la mochila del nene y eligiendo las medias menos corridas.
Esto lo podemos hacer por tres motivos:

1) Tenemos el cerebro neurológicamente más completo, con un cuerpo calloso más grueso que conecta mejor al hemisferio izquierdo ( de la acción) con el derecho ( de la imaginación). Por esto, en vez de andar haciendo planes, hacemos las cosas en el mismo instante en que las planeamos, sin tanta cháchara: ¡al grano, o se queman los fideos!.

2) Tenemos mayor coordinación motora y espacio-temporal que los hombres, por lo cual nos conviene dedicarnos personalmente a hacer todo en vez de pedirle ayuda a un marido que empieza a preguntar “¿Dónde hay una cacerola? ¿ Dónde está la sal? ¿ Dónde encuentro un colador?” y tarda una hora en hacer lo que nosotras podemos resolver en cinco minutos. Idem en la compra de una multinacional:menos reuniones y más acción, que hay llevar al nene al dentista ( el padre no sabe ni dónde está...el nene, y el dentista)

3) Tenemos organismos de menor desgaste ( ¡por eso nos cuesta tanto adelgazar!) , lo que nos permite descollar en los deportes de resistencia…motivo por el cual nos saca de quicio que un marido se tire a dormir la siesta cuando todavía hay tanto por hacer. ¿ No era él el hombre fuerte de la casa?

Los hombres se han dado cuenta de estas brillantes habilidades femeninas, y han optado por hacerse los osos a la hora de hacerse cargo de las tareas domésticas y laborales “ porque de eso no entiendo” y “vos lo hacés mejor” .

Por eso las mujeres terminamos haciéndolo todo, siendo las primeras en levantarnos a la mañana y las últimas en irnos a dormir. Hoy en dia hacemos lo que hacían nuestras abuelas (atender a los hijos, la comida, el lavado…) y además le hemos sumado...¡lo que hacían nuestros abuelos! (salir a trabajar, reparar la casa…).

Los hombres, cómodos, resuelven el tema nombrándose jefes unos a otros y contratando a más empleadas mujeres que hombres. Los muy piolas ya descubrieron cuál de los sexos es el que hace las cosas, y cual se dedica a tomar cafés hasta que sea la hora de salida. Acostumbradas a hacerlo todo - por la ley de “las cosas las hace aquel a quien más le molesta que no estén hechas” -, las mujeres ni se dan cuenta de cómo le sacan al día más horas de las que el día tiene. Y como si esto fuera poco, no contentas con aliviar el stress yendo a terapia, las mujeres van …¡y se convierten ellas mismas en terapeutas! ( el 86% de las egresadas de psicología son mujeres) .

Y así tenemos una sociedad de mujeres agotadas, pero jamás aburridas, que se abren camino en un mundo machista a golpes de tesón, voluntad y coraje, mientras – como decía Gloria Steinem- se van convirtiendo ellas mismas en el hombre con el cual sus madres hubieran querido que se casaran. Si el stress es el pasaporte a la autonomía femenina, bienvenido sea. Nos arrancaremos los pelos de los nervios, pero no importa : hoy en dia hay pelucas tan buenas que parecen naturales.

Nota de Ana von Rebeur publicada en " Clarin" el 9/4/10

http://www.enteratecatamarca.com.ar/portalenterate/e-joven/de-esto-si-se-habla/5219-agotadas-pero-no-aburridas.html

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